¡¡¡ Gracias amigos !!!

Gracias por todas las cadenas que me mandaron durante los  últimos  años. Las seguí al pie de la letra y
gracias a ellas y a ustedes, hoy puedo decir que:  

Hay por lo menos 20 cosas claras que ya no hago:  

1) Ya no uso cajeros automáticos: corro el riesgo que pongan una pantalla falsa que se traga la tarjeta y
     después me roban la plata.  

2) Ya no tomo Coca Cola: sirve para enviciarse con la “coca” que legalmente le ponen, sin aviso, creando
     adicción y que sirve hasta como fórmula química, por todos conocida, para limpiar tornillos. ¡Imagínate lo
     que le puede hacer a tu estómago! Pero no hay ningún anuncio ni label como dicen, previniendo la
     adicción y aquí, que si hay “coca”, ni la DEA dice nada.  

3) Ya no voy al cine porque me puedo sentar en una butaca y pincharme allí mismo con una jeringa con SIDA
    que un terrorista sexual haya dejado con ese fin junto con una tarjeta que diga: “Bienvenido al club…
    Ahora también patalearás con nosotros por las patentes y los precios de las medicinas.”  

4) Ando con olor a aficionado a comer ensaladas de cebolla y ajo. Ya que no uso desodorantes porque dicen
    que son la causa del cáncer de axilas. Prefiero quedarme solo por sucio que solo por muerto.  

5) Ya no me acerco a los estacionamientos ni a las tiendas por departamentos. Imagínate que me droguen
    con la muestra de un perfume, me asalten, me violen, me maten y al hacerme la autopsia, cuando
    encuentren la droga que me pusieron para dormirme, digan que fue un asunto de drogas y USA pida
    expulsar a mi familia o extraditarla por ser familiar de un narco. Cuando en realidad, yo me emborracho
    con el corcho de una botella de sidra y el único polvo que conozco y uso es el del talco para los olores de
    pie.  

6) No contesto el teléfono en casa, en una de esas me piden marcar el 9 y me llega una cuenta más cara
    que la suma por el aumento de todos los millones de barriles de petróleo después del paso del errante
    Huracán Katrina, que si bien dejó muchos daños, recuerdo que cuándo iba a llegar como categoría 1 al
    sur de Florida, aunque no sabían a donde, ya habían dicho que iba a tener efectos en el precio de la
    gasolina… Deduciendo que no importa donde hubiera o hubiese entrado, igual el precio subiría… hasta
    un niño se habría dado cuenta que nos siguen mintiendo… y nosotros pagando, y ésa sí, es una cadena
    bien armada  

7) Hay muchas cosas que ya no como por miedo a los estrógenos, los transgénicos, los gérmenes, a la
    enfermedad de las vacas locas, al loro vetado por subversivo o al chivo inmigrante expiatorio.  

8) Dejé de comer pollo en Tropical Chicken porque no son más que carne de engendros horripilantes, sin ojos
     ni plumas, cultivados en un laboratorio y donde, increíblemente, en el país del plástico, no aceptan que
     pagues con tarjetas de crédito ni débito. ¿Será para que no quede constancia si te llega a hacer mal y
     puedas reclamar?  

9) Tampoco voy a comer hamburguesas a McDonald's hechas con, además de la carne del punto anterior,
    con una especie de lombrices mutantes rebozadas con grasa. Mi colesterol agradecido… 

10) Me he convertido en un fiel representante del celibato por miedo a que me vendan los preservativos
      fallados y me contagie con quién sabe qué nuevo virus de algún invento que fracasó y se escapó del
      laboratorio.  

11) Dejé de tomar cualquier cosa que venga en lata por miedo a morir envenenado por el orín de los ratones.
      Sin querer decir con esto que los depósitos de los supermercados no sean limpios…  

12) En las fiestas no le hago caso a ninguna mujer que no conozca por más amigable y sensual, por temor a :
      que me invite a su departamento y pertenezca a una banda internacional de traficantes de órganos, me
      den algo, me duerman, me abran y roben los riñones, hígado, páncreas, córneas o lo que se pueda
      traficar y me reduzcan a una bolsa de plástico arrojada en el basural del centro de la ciudad, que
      aunque todos se opusieron, escuchando el sentir de los vecinos… allí está.  

13) Ya no uso el micro-ondas por miedo a la ebullición súbita que me desfigurará la cara (peor que el
      Fantasma de la Ópera). Ahora caliento los alimentos en el horno a gas y también con temor, no sea que
      haya un peligro oculto que venía justo en esa cadena que me llegó y que no abrí.  

14) No abro más ningún correo FWR, por más conocido que sea quien lo envía. Por confiar en mis amigos o
      contactos, gasté más de 500 dólares en limpieza de virus de mi PC por las cadenas que ellos me enviaban
      y donde me advertían de la aparición de un nuevo virus y que, por supuesto, traían incorporado. 

15) Doné unos 1.500,00 pesos con el fin de ayudar a las 638 cuentas de Amy Bruce, la niñita enferma con
      cáncer, que estuvo a punto de morirse unas 7.245 veces en 4.354 hospitales diferentes y que tiene siete años 
      desde la primera cadena.¡¡¡1993!!!  

16) Dejé de hacer, tomar y comer tantas cosas, que en las cadenas decían que no tenía que hacer, que casi
      me muero de inanición y de hambre por idiota...  

17) Estuve metido en Internet, semanas enteras como un reverendo estúpido esperando los 150.000 dólares
      que me mandaría nada más y nada menos que Bill Gates, genio de Microsoft por participar en una
      famosa cadena.  

18) El prometido viaje a Europa con todo pagado tampoco llegó.  

19) No recibí los 10.000.000 de dólares, ni el Ferrari, ni el fin de semana en una isla paradisíaca del Caribe con
      la mujer de mis sueños. (Las 3 cosas que pedí como deseo después de mandar a 10 personas el Mantra
      Mágico enviado nada más ni nada menos que por el mismísimo ¡Dalai Lama!).  

20) Envié más de 5000 firmas en contra de la guerra de USA contra Irak y ahora estoy en una lista de terroristas
      sospechosos y en cualquier momento vendrá algún agente secreto de aquí o de más allá y me hará hacer
      cambiar de opinión de buena manera o al igual que muchos me suicidaré, como pasó o pasa en algún
      gobierno de algún extraño país donde el que gobernó o gobierne se cree inmortal y por eso, el que no
      estaba o esté de acuerdo, es hombre muerto…  
Por lo tanto como ahora estoy seguro que todos mis problemas y males son a causa de alguna cadena que
rompí o que me olvidé de seguir y que por eso me cayó la maldición de Moctezuma encima... Una maldición
del carajo. He decidido:  

NOTA IMPORTANTE. Que si no envías este e-mail por lo menos a 230.644 personas en los próximos 20 segundos,
cuando salgas de tu casa para el trabajo, como siempre bien temprano, te defecará una paloma en el ojo,
dejándote ciego y al cruzar la calle sin ver bien, como al que madruga Dios lo ayuda, te atropellará un
beodo, pero no podrás hacer nada, pues al investigar al tipo te obligarán a callar ya que es un experimento
secreto del primer borracho clonado y sin identidad, o mejor dicho, es un ladrón de identidad legalmente
registrado como un clon después de la última cumbre del Pacífico.  

Así que ya sabes, recuérdalo, no rompas la cadena que ya bastante rompen los que envían cadenas…:

¡NO ROMPAN con las cadenas!…  

La Felicidad cuesta



Nuestra civilización materialista ha inventado una fórmula de felicidad barata que consiste poco más
o menos en esto: En alejar de la vida, a como de lugar, todo sufrimiento, todo sacrificio, todo esfuerzo,
y disfrutar lo más posible de cuántos placeres, diversiones, pasatiempos, dinero, etc. se puedan lograr. 
Hay mucha gente que cree de verdad en esa fórmula y la prueba una y otra vez, y se les ve, sobre todo
a la gente joven, a la búsqueda cada vez más intensa y atrevida de placeres, pasatiempos, etc. Pero los
resultados no son muy halagadores: Más que personas felices, estamos viendo cada día mayor número
de desesperados, incluso de suicidas; si uno cuenta como dato estadístico que en un centro educativo,
hay un suicida cada semana ¿lo crees? Dices que no puede ser verdad, pero así es. 
Muy pocos hablan de que para ser felices hay que luchar duramente. Ser feliz es posible, pero cuesta
bastante esfuerzo; la felicidad cuesta y mucho. Por eso, los hombres profundamente felices son pocos. 
La mayoría se conforma con esa otra felicidad barata que no llena, que no puede llenar el corazón del
hombre. 
¿Por qué cuesta ser felices? Si el hombre fuera un simple animal, un cerdo, un chango, para hacerlo feliz
bastaría llenarle el estómago de buena comida. Si el hombre tuviera solamente cuerpo, comer, beber,
abandonarse a la furia del sexo, a las alucinaciones de las drogas, etc., podría hacerlo feliz; pero,
muchos se entregan apasionadamente a esto y sienten que no son precisamente felices. 
Hemos olvidado que, tenemos no sólo cuerpo sino espíritu. A este espíritu por lo general lo tenemos flaco y
hambriento y le damos al cuerpo todo lo que pide. El espíritu se alimenta con otras cosas, tiene hambre,
sed de otras realidades, que no son materiales sino espirituales, como son la búsqueda de la verdad y el
bien, la búsqueda de Dios y el cumplimiento de sus leyes, sobre todo aquella de "amar al prójimo como
a uno mismo". 
Está búsqueda de la verdad y el bien, este aceptar a Dios y sus leyes no es nada fácil, pero siempre hay
gente que se aventura a seguir por esta senda. 
Y esta gente dice que sí es feliz, tanto más feliz cuando más esforzadamente vive esa ley. Por citar a solo
dos gentes felices, una mujer decía: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la
paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene, nada le falta. ¡Solo Dios basta! Su autora: Santa Teresa de
Ávila. 

Otro, decía: "Nos has hecho para tí, Señor, y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que descanse en ti" 
Su autor : San Agustín de Tagaste. Este segundo, sacó la conclusión anterior después de buscar durante
más de 30 años la otra felicidad barata de la que hablamos al principio. Por ello es un testigo muy digno
de crédito.

Lo malo del caso, es que por lo general, uno se convence de esto hasta que como él, ha experimentado
con todas las fuerzas la felicidad barata y no tiene más remedio que reconocer que no le satisfizo del todo.

Hay pocas personas felices porque pocas son las que quieren luchar por la felicidad, pocas las que creen

en el esfuerzo, en los grandes ideales. 

La felicidad tiene poco que ver con el dinero, el alcohol y la riqueza, y mucho que ver con el amor. 
- Notas de esta sección -
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